Cuando sale el tema de la seguridad en Guatemala, hay una opinión unánime sobre su de/ineficiencia. No hay instituciones sanas en el país, no hay planes estratégicos para combatir el crimen. Las iniciativas individuales están más inclinadas a contratar un buen número de guardaespaldas (cuando se pueden pagar, claro), polarizar los carros o contratar guardias privados. Pero eso restringe nuestra tranquilidad de poder conocer el potencial de nuestra ciudad. Como que preferimos refugiar nuestra perspectiva atrás de algún vidrio blindado.
Hay muchas causas de la violencia en el país. Somos parte del corredor que transporta narcóticos. Hay grandes grupos de maras y extorsionadores. El nivel de pobreza en el país es alto y mucha gente encuentra oportunidad vendiendo cosas robadas, por lo tanto el número de asaltos es exorbitante. Prensa Libre publicó en febrero del año pasado que roban alrededor de 16 celulares cada 60 minutos. El 16 de enero de este año, el mismo medio mencionó que en el 2013 se robaron 5 mil 655 motos a nivel nacional; esto proviniendo de informes de la Policía Nacional Civil (PNC). El Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) registró 6,072 muertes violentas en el 2013.
El sistema institucional ya fue infiltrado por personajes del crimen organizado: son muchas las veces que en los periódicos se lee que algún policía fue parte de algún delito. La justicia es sumamente ineficiente, algo que también es causa de los altos niveles de delincuencia en el país. Un informe realizado por el Centro Internacional para Investigaciones en Derechos Humanos (CIIDH) menciona que menos de la mitad de los delitos en Guatemala son denunciados y el dos por ciento de su totalidad son condenados. (Y aún mencionar la cantidad de delitos cometidos durante el bastante mencionado conflicto armado, que aún no han sido resueltos que aún siguen siendo sujeto de debate en Guatemala).
Ni siquiera sé si confiar en los informes dados por las mismas instituciones que están tan corrompidas...
En efecto, es un problema que a todos nos hace sentirnos pequeños. Son cifras altas, y el problema no está centralizado en un espacio: la inseguridad puede estar en cualquier lado. El psicólogo estadounidense Philip Zimbardo en su conferencia “La psicología del mal” (The Psychology of Evil) menciona que el mal es el poder intencional de destruir a otros. ¿Quién le otorgó el poder a estas personas de destruir a otros? ¿El sistema ineficiente de justicia? ¿La persona que compra celulares robados? Ambos. Los dos están conformados por seres humanos que toman decisiones. En esa misma conferencia, Zimbardo hace un interesante, bellísimo, (esque estoy tan de acuerdo) punto: el heroísmo es el antídoto del mal. Es algo que no está únicamente en Superman y semejantes. Puede estar en cualquier persona, que en el momento de hacer una decisión heroica puede decidir hacer el bien y no ser indiferente. Con eso así poder contribuir con pequeños actos heroicos para poder lograr una vida mejor en el mismo espacio.
He aquí un video sobre el tema que me gustó bastante