Si el vaso se cae, se rompe. (causa-efecto)
Si le paso la flor a alguien, yo ya no la tengo. (causa-efecto)
Leyendo a mi querida Kitty Ferguson, empieza a explicar un poco de física cuántica, y explica un poco de sus principios.
Los electrones, parte de absolutamente todo lo que nos rodea y de lo que somos son uno de los objetos que estudia la física cuántica. En esta se han podido observar que el comportamiento de los electrones no es predecible en cuestiones de tiempo y espacio juntos. Solamente se puede saber el momentum definitivo O la posición definitiva de este. No hay un movimiento circular perfecto alrededor del núcleo del átomo como nosotros vimos en los libros de ciencia del colegio. Hay una nube de electrones moviendose desordenadamente. Y de eso estamos compuestos nosotros, nuestros cerebros, las letras que estas leyendo ahora.
Cómo diablos llegamos a encontrar sentido en una nube de incertidumbre como la que rodea los electrones. ¿Cómo surgieron estas reglas de causalidad que nos parecen tan lógicas? Podríamos decir que estamos compuestos de incertidumbre, de algo impredecible. Pero aún así sabemos predecir que si soltamos la pelota esta va a caer al piso. Que si me duermo en el sillón, es muy probable que amanezca en el mismo sillón.
Y me pongo a pensar en cómo nos gusta buscarle razón a las cosas, en cómo nos gusta saber el porqué. Esa respuesta. ¿Cómo rayos, en la evolución del universo, decidió (o mejor dicho) esta nube de incertidumbre tratar de encontrar un porqué? Se me hace como una pregunta del millón de dólares. En serio.
Pero, entre toda esta nube de incertidumbre, llegó el momento en que los electrones eventualmente dieron a luz a esto. Eventualmente tenía que pasar. En algún momento impredecible, en el espacio impredecible. Pero todas las condiciones del universo permitieramos que vivieramos y que nos preguntáramos ¿Cómo llegué aquí?¿Cuándo llegué aquí?¿Porqué estoy aquí?
Hasta amamos. Creemos. Soñamos.
Si le paso la flor a alguien, yo ya no la tengo. (causa-efecto)
Leyendo a mi querida Kitty Ferguson, empieza a explicar un poco de física cuántica, y explica un poco de sus principios.
Los electrones, parte de absolutamente todo lo que nos rodea y de lo que somos son uno de los objetos que estudia la física cuántica. En esta se han podido observar que el comportamiento de los electrones no es predecible en cuestiones de tiempo y espacio juntos. Solamente se puede saber el momentum definitivo O la posición definitiva de este. No hay un movimiento circular perfecto alrededor del núcleo del átomo como nosotros vimos en los libros de ciencia del colegio. Hay una nube de electrones moviendose desordenadamente. Y de eso estamos compuestos nosotros, nuestros cerebros, las letras que estas leyendo ahora.
Cómo diablos llegamos a encontrar sentido en una nube de incertidumbre como la que rodea los electrones. ¿Cómo surgieron estas reglas de causalidad que nos parecen tan lógicas? Podríamos decir que estamos compuestos de incertidumbre, de algo impredecible. Pero aún así sabemos predecir que si soltamos la pelota esta va a caer al piso. Que si me duermo en el sillón, es muy probable que amanezca en el mismo sillón.
Y me pongo a pensar en cómo nos gusta buscarle razón a las cosas, en cómo nos gusta saber el porqué. Esa respuesta. ¿Cómo rayos, en la evolución del universo, decidió (o mejor dicho) esta nube de incertidumbre tratar de encontrar un porqué? Se me hace como una pregunta del millón de dólares. En serio.
Pero, entre toda esta nube de incertidumbre, llegó el momento en que los electrones eventualmente dieron a luz a esto. Eventualmente tenía que pasar. En algún momento impredecible, en el espacio impredecible. Pero todas las condiciones del universo permitieramos que vivieramos y que nos preguntáramos ¿Cómo llegué aquí?¿Cuándo llegué aquí?¿Porqué estoy aquí?
Hasta amamos. Creemos. Soñamos.